Wednesday, May 20, 2015

Sobre los aplazos en la escuela

Posiblemente, a pocos les interese. Pero me tomé el trabajito de leer entera la resolución que ha dado tanto que hablar a todos los que gustan de rasgarse las vestiduras ante los titulares de los diarios y que no se toman el trabajo de profundizar antes de formar una opinión. O bien, no tienen la capacidad para hacerlo. O  inocentemente creen que el objetivo del periodismo argentino hoy sigue siendo brindar información.

La resolución a la cual me refiero, es la “famosa” 1057 no sé cuánto, que si bien cuenta con más de 60 páginas  y en ningún momento utiliza la palabra “aplazo”, se transformó para los medios y público en la resolución que “elimina los aplazos en la Provincia de Buenos Aires”.

Esta vez, Clarín miente. Y también La Nación, repitiendo estúpidamente –pero lavándose las manos al citar a Clarín como su fuente principal. Y detrás de ellos, todos los que se montaron a ese caballito.

Si no fuese porque no estoy dispuesta a caer en la polaridad K vs anti-K, consideraría hacerle a Clarín una demanda a través de los organismos de defensa al consumidor. Alguien lo pensó?

Es hora de que todos aceptemos que no hay inocencia en cómo eligen transmitir las noticias los medios. Porque una cosa es la subjetividad del periodista, y otra muy diferente es el lobby y el engaño al lector.

O es normal que algo tan supuestamente controversial se resuelva a mitad de julio pero salte a las tapas dos meses más tarde, desatando el “debate”. (Interrumpo unos segundos para reírme ante el uso de la palabra “debate” en temas educativos, porque no existe tal cosa en nuestra diluida república).

Y como es al pedo escribir más sobre lo mismo, quien esté interesado en un digest de la bendita resolución, encontrará comentarios acá: http://www.chequeado.com/ultimas-noticias/2165-clarin-no-habra-mas-aplazos-y-los-chicos-podran-llevarse-previas.html

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Ahora si, a lo que me importa de verdad:

Cuando digo que no hay debate, no quiero decir que no hay gente con buenas ideas. Con voluntad de provocar un cambio cualitativo en la pobrísima educación que reciben los niños argentinos. No sólo los pobres. Casi todos los niños argentinos.

Hay buenas ideas. Pero nadie parece interesarse lo suficiente como para entrar a debatir. Los que quieren cambiar las cosas se frustran porque cualquier cambio propuesto en educación desde Mr. Perón a esta parte, se ha enfocado más en la nomenclatura y la cosmética que en los enfoques pedagógicos en si mismos.

Entonces, si bien la resolución busca la no exclusión de los niños que están fracasando en el sistema y que el foco se dirija a los procesos de aprendizaje en lugar de los resultados…nadie tiene suficiente imaginación para darse cuenta de que eso sólo puede ocurrir si se eliminan las calificaciones. Todas. Del 1 al 10. Las letras también.

Y eso sería también un cambio cosmético. Pero inmediatamente OBLIGARÍA a un cambio cualitativo. Porque en el momento en que el maestro debe prescindir de la calificación, se ve obligado a observar y describir en detalle la performance de cada niño en cada habilidad y cada área. Y establecer objetivos de aprendizaje individuales para cada niño. Por ende, debe conocerlo mejor.

Aún los niños que no son problema hoy porque obtienen de 7 para arriba, estarían bajo la lupa del maestro. Y estoy dispuesta a garantizar que aún aquellos niños mejorarían en un sistema que en lugar de decirles “vas bien, no necesitás mejorar”, describiese su actuación en detalle, se concentrara en los procesos y festejase el crecimiento y marcase un rumbo para las áreas a mejorar. Siempre las hay.

Y créanme que a pesar de que existen las normativas, las regulaciones, las jornadas pedagógicas, los objetivos insitucionales, etc…los buenos maestros siempre han hecho esto por instinto y por experiencia. Prescindir de la calificación o lograr que alumnos y padres las pasen a un segundo plano.

(NB: Alguien se detiene a pensar lo que significa calificar? Es poner etiquetas, ni más ni menos. Corresponde calificar a un niño de 6 años? O de 10? A quien sirve ese sistema? A los padres y administradores, tal vez? Otra prueba de que los niños no son la prioridad del sistema educativo!)

Los buenos maestros buscan que TODOS sus alumnos, sea cual sea la condición en la que llegan a su aula, terminen el ciclo sintiéndose mejor consigo mismos, conscientes de su progreso y crecimiento, conscientes de sus fortalezas y de que hay áreas a mejorar –tanto en lo académico como en lo personal.

Los buenos maestros hacen que cada niño se adueñe de su aprendizaje. El buen maestro facilita, pero no es quien se arroga el mérito de los éxitos de sus alumnos.

(Y acá interrumpo otra vez para comentar sobre lo despiadado de la situación de Argentina, donde los maestros se adueñan de los éxitos de sus chicos y no asumen absolutamente ninguna responsabilidad por sus fracasos).

Los buenos maestros guían a sus chicos en el autoconocimiento, en hacer cada tarea “lo mejor que se puede”.  Si un niño puede decir “hice mi mejor esfuerzo”, la calificación se vuelve irrelevante y tenemos un aula llena de mejores alumnos. Diversa. De resultados desparejos. Pero llena de niños independientes y autónomos que saben que vienen a la escuela a aprender y que eso es un camino que puede recorrerse con alegría.

Los buenos maestros son una fuente de inspiración. No necesitan reafirmar su autoridad, porque saben que los niños fluyen instintivamente hacia quien les facilita los saberes y los ayuda a saciar su hambre de aprender.

Los buenos maestros crean una atmósfera de aprendizaje donde equivocarse vale. Los buenos maestros celebran los errores de sus alumnos. Y entonces, los chicos se animan porque hay una verdadera red de contención.

Los buenos maestros crean espacios para que los chicos puedan expresarse. Y son oportunistas, porque saben en sus huesos que hay oportunidades para el aprendizaje que no es posible planificar. Y no las esquivan cuando ocurren.

Los buenos maestros no confunden su rol. Por más carencias que sufran sus chicos, saben que si buscan suplirlas transformandose en padres, en asistentes sociales, etc…provocan una nueva ausencia en sus alumnos: los dejan sin maestro también!

Los buenos maestros no abundan. Pero sepan que los buenos maestros no permiten que el sistema se interponga en su camino. Cumplen con lo administrativo, pero no piden disculpas jamás por priorizar a cada uno de sus alumnos frente a las demandas administrativas, sean a nivel nacional, provincial, institucional o de los padres.

Cuál es el verdadero desafío de nuestra educación? Conseguir más de estos maestros.